Descubrimiento sorpresivo con minerales
Los hornos microondas, fabricados a partir de minerales como el hierro, aluminio y cobre, son muy populares en los hogares y comercios gastronómicos en todo el mundo de hace casi medio siglo.
Sin embargo, a diferencia de otros electrodomésticos, sus orígenes no provienen de la necesidad, sino de una mera casualidad.
En los años 40, el ingeniero estadounidense Percy Spencer se encontraba en la empresa Raytheon realizando investigaciones con un generador de rayos. Su objetivo era usarlo como radar.
Luego de trabajar unas horas en él, advirtió algo en la barra de chocolate que había llevado en el bolsillo de su saco: estaba derretida.
Para comprobar su presunción, el ingeniero colocó un huevo y semillas de maíz –del utilizado para hacer pochoclo o palomitas–, cerca del generador.
Al regresar al laboratorio, encontró que el huevo y las semillas estaban cocinados.
Los primeros hornos de microondas se fabricaron en 1947. Su gran tamaño impidió que resultaran populares: solo los compraron algunos restaurantes.
Recién en los años 70, con la reducción de sus dimensiones, el horno se alcanzó el consumo masivo.
En la actualidad, la gran mayoría de los hogares de clase media cuentan con un horno microondas. Estos han variado en forma, funcionalidad y estilo, y se adaptan a las distintas necesidades de sus usuarios.
Gracias a la minería realizada bajo normas internacionales y con el mayor cuidado por el medio ambiente, el hombre tiene a su disposición un electrodoméstico para facilitar y agilizar la preparación de sus alimentos.